Relato ficticio sobre una situación común donde una persona es consciente de su diálogo interno y prejuicios. Ser consciente de ello evitará que que puedas sacar conclusiones anticipadas de forma unilateralmente. Mi lucha con mi diálogo interno Era finales de Junio, como cada trimestre empecé a revisar el progreso y los indicadores del equipo, para ver el desempeño de cada uno de ellos y poder identificar posibles retos o áreas a mejorar. De pronto me llamó la atención los números obtenidos por Ana, una joven talentosa recién incorporada al equipo. Aunque durante el poco tiempo que llevaba había demostrado habilidades prometedoras, no había alcanzado sus objetivos trimestrales. Empecé a revisar los números de sus compañeros, históricos del equipo para identificar una posible razón para los resultados obtenidos. Mi mente empezó a elucubrar posibles razones por las que el rendimiento de Ana no había sido el esperado. ¿Quizás no esté comprometida con el equipo?¿Estará pensando en cambiarse de posición? La verdad… es que últimamente no se la veía tan activa y se iba muy temprano cada tarde, seguro que es un problema de disciplina necesaria para tener éxito en esta posición. Sin embargo antes de tener esa conversación crucial, decidí dar un paso atrás y cuestionar mi propia percepción. Recordé cómo Ana había abordado proyectos anteriores con entusiasmo y creatividad. Consideré sus contribuciones positivas en las reuniones y su deseo de aprender y mejorar desde que se unió al equipo. Me di cuenta de que estaba dejando que mi diálogo interno me llevara a una evaluación unilateral, claramente basada en prejuicios personales creados a partir de experiencias previas en anteriores trabajos, y de anteriores "jefes" que había tenido. Ana podría tener razones legítimas para no haber alcanzado sus objetivos, como obstáculos inesperados o recursos limitados. No estaba considerando el panorama completo. Cuando me reuní con Ana, en lugar de entrar en la sala con esos prejuicios, respiré profundamente y comencé la conversación preguntándole sobre cómo se encontraba, como se sentía y después de una serie de preguntas para romper el hielo, proseguí intentando comprender sobre los desafíos a los que se había enfrentado en su puesto de trabajo y sobre lo que necesitaba para tener éxito. A medida que hablábamos, empecé a entender que sus números no tenían nada que ver con su implicación, capacitación, etc. Nada que ver con la serie de ideas que iban surgiendo en mi mente, Ana me explicó la verdadera razón y era totalmente diferente a lo que me había imaginado, había estado lidiando con una situación personal que acabó afectando a su rendimiento profesional. Esa experiencia me enseñó una lección valiosa. Reconocí cómo los prejuicios internos pueden nublar nuestro juicio, incluso cuando tenemos la intención de ser justos. Aprendí que es fundamental cuestionar esos prejuicios y dar a las personas la oportunidad de explicar su situación antes de llegar a conclusiones precipitadas. Conclusiones Como líder, la autoconciencia y la disposición para reconsiderar nuestras suposiciones pueden marcar la diferencia en la manera en que manejamos las evaluaciones y tomamos decisiones informadas sobre el desempeño de nuestro equipo. ¿Has tenido alguna situación donde fuiste consciente del diálogo interno?¿Cómo actuaste? ¡Compártelo!